Un año más, con motivo del 8M, las entidades que formamos ENLACE nos sumamos a las reivindicaciones de todas las mujeres y hacemos especial hincapié en la necesidad de visibilizar la realidad de aquellas que consumen drogas.

Las mujeres usuarias de drogas, con o sin problemas de drogodependencias, viven una realidad marcada por la discriminación y el maltrato (en la pareja, sexual, institucional y social) que, en la mayoría de los casos, pasa desapercibida para la sociedad. Muchos de los problemas de adicciones de las mujeres permanecen invisibilizados a causa de esta penalización social que sufren, y solo 1 de cada 4 se acerca a la red para pedir ayuda. Sin embargo, son muchas más las mujeres que se acercan buscando ayuda para sus familiares o parejas en lugar de para ellas mismas, siguiendo el rol tradicional de cuidadoras.

Por otro lado, los recursos de atención a las adicciones siguen estando fundamentalmente diseñados y dirigidos a los hombres, lo que dificulta el acceso y permanencia de las mujeres en los programas de tratamiento.

Es especialmente sangrante la desprotección de las mujeres con problemas de adicciones que son víctimas de violencia de género y violencia sexual, las cuales representan un porcentaje bastante alto. Estas mujeres, cuando recurren a la red de atención a las drogodependencias, no reciben la atención adecuada, ya que, salvo excepciones, los recursos no están diseñados para abordar esta realidad. Y en el caso de acudir a recursos dirigidos a víctimas de violencia de género en la pareja, tampoco hallan respuesta, ya que dichos recursos no contemplan la atención a las adicciones.

También denunciamos la alta tolerancia social respecto a los abusos y agresiones que las mujeres sufren cuando se encuentran bajo los efectos del alcohol y otras sustancias. El consumo de drogas suele ser motivo de culpabilización y criminalización de la mujer y un atenuante para los hombres que cometen delitos sexuales.

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